octubre 01, 2012

Clara Sánchez ENTRA EN MI VIDA

"Cuántas cosas tuvieron que encajar en el universo para que ellos existieran y luego se encontraran y naciéramos mi hermano y yo. Cuántos millones de ojos, de bocas, de huesos, de células, cuantos miles de millones de personas fueron necesarios para que viniéramos al mundo, y antes de ellos, cuántos miles de millones de animales, de bacterias, de años, de tinieblas... y de esperar que llegásemos ¿Qué sentido podía tener entonces la muerte de Laura?".

El tema de los niños robados en España, tanto durante el franquismo como bien entrada la democracia, es uno de los mayores escándalos que ha sacudido a este país. Una abominación que será muy difícil de esclarecer ya que salpica de lleno a estamentos altamente protegidos.

Clara Sánchez se adentra en este turbio mundo con Entra en Mi Vida. Pese a lo actual del asunto, es evidente que la autora no ha escrito una crónica sino una novela, lo cual se agradece. Para informarnos ya tenemos a los diarios.  No encontraremos pues datos de actualidad, sino una historia escrita a dos voces, que descompone este drama bajo la doble perspectiva de quien busca respuestas y de quien descubre la terrible realidad.

El resultado es una novela en la que la humanidad de los personajes –o su perfidia en algunos casos- triunfa sobre el efectismo emocional en el que sería fácil caer al tratar algo tan sensible como es el robo de bebés.

Todo un detalle que demuestra el oficio de Clara Sánchez y su capacidad para crear historias conmovedoras con independencia del tema que trate.

Fred Vargas HUYE RÁPIDO, VETE LEJOS

–¿Sabes, Camille, que el día en que Dios creó a Adamsberg, había pasado una noche muy mala?

Segunda dosis de Vargas en un mismo verano. ¿Demasiado? Reconozco que, apenas iniciada la lectura, me sorprendió la semejanza de la trama de esta obra con la de El hombre de los Círculos Azules, de la misma autora y recientemente comentado aquí. Si en uno, los círculos azules pintados en el suelo preceden a los crímenes, en este otro, el número cuatro dibujado en las puertas es quien avisa de inminentes asesinatos.

Pura fascinación simbólica por parte de la autora, imagino, ya que a partir de aquí las historias no se parecen en nada, o no se parecen más de lo que dos novelas protagonizadas por el  comisario Adamsberg  pueden asemejarse entre sí.

En este libro, ya se percibe una cierta deriva gótica -que se ha hecho más evidente en sus últimas novelas- y que se refleja  en la forma de dar cuerpo a la trama con algo tan siniestro como la peste bubónica.

La autora sigue fiel a su estilo, Los personajes estrambóticos y las situaciones surrealistas se dan cita de nuevo en un relato en que, pese a todo, la trama policial se impone sobre el especial universo creado por Fred Vargas con más autoridad que en otras obras.

Toni Hill EL VERANO DE LOS JUGUETES MUERTOS

"La oyó reírse, y se dijo que precisamente era eso lo que echaba más de menos últimamente en su vida: no alguien con quien follar, o con quien pasear o con quien vivir. Alguien con quien reírse de esta vida de mierda".

Si en la anterior entrada comentaba la excelente salud que parece exhibir la moderna novela negra barcelonesa, el libro que ahora nos ocupa reafirma aquella impresión.

Y no es que ambos libros se parezcan. Al contrario, mientras “Siempre Quise Bailar…” recrea –con gran acierto- todos los lugares comunes del género,  El Verano de los Juguetes Muertos se sustenta sobre todo en lo sólido de la historia y en la credibilidad que transmiten sus personajes.

Sorprende Toni Hill por lo bien que controla el “tempo” de la novela, afinando el momento en que corta cada capítulo con la misma precisión de un director de cine al cambiar de escena. Ello infunde a la narración un ritmo propio, que le permite transitar airosa por una intriga en ocasiones compleja.

En definitiva, El Verano de los Juguetes Muertos es un buen libro en el que secretos de familia, ciertas dosis de nihilismo y un relato más crudo que violento, conforman una novela que gustará a los amantes del género negro  y a aquellos que aprecien las historias bien resueltas.