mayo 29, 2011

Stephane Hessel ¡INDIGNAOS!

“Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación”.

Es difícil escribir a estas alturas sobre un opusculo cuyo contenido se ha extendido como la pólvora y cuya influencia se refleja en movimientos tan actuales como los “indignados” de las concentraciones del 15M.

Todos sabemos ya que ¡Indignaos! es un alegato contra el inmovilismo ideológico y una llamada a la rebelión cívica ante los nuevos enemigos que amenazan con marcar el siglo XXI: La corrupción, la sumisión de los gobiernos ante los mercados y la supeditación de los derechos humanos a intereses político-financieros.

De hecho lo sabemos tanto que quizá nos sorprendamos de qué poco se habla en el libro de grandes corporaciones, empresas de calificación, parqués, banca o FMI y cuanto se apela a los valores que determinaron la refundación de Europa tras la segunda guerrra mundial. En este sentido es mucho más actual el lúcido prólogo de Jose Luis Sampedro que el propio libro de Hessel.

Pocas pegas se pueden poner a una obra como ¡Indignaos!. Su mensaje es tan claro como necesario: reflexión y movilización como armas pacíficas de transformación de la sociedad. Ello no significa que debamos compartir todo el ideario del libro, sino reflexionar sobre él. Puestos a provocar debate, señalaré dos puntos que no me han gustado en esta obra:
Es evidente que Hessel, alemán de origen pero francés de corazón -se trasladó a París con 7 años- está embebido de la cultura gala, lo cual se evidencia en el chauvinismo con que mira la Historia. Decir que fueron los valores de la Resitencia francesa los que impulsaron la declaración de derechos humanos es cuando menos discutible Y que es el espíritu de esta Resitencia lo que hoy dia está en juego es ya llevar las cosas demasiado lejos. Máxime cuando somos muchos los que pensamos, apoyados por los hechos, que si sólo de la Resistencia Francea hubiera dependido la suerte de la II guerra mundial, Europa hablaría hoy alemán.
El segundo punto de desacuerdo es menos folclórico. Y tiene que ver con el difícil equilibrio que el autor elige para rechazar, pero a su vez comprender, el terrorismo. Buscando una salida tangencial a tan espinoso tema Hessel escribe: “decir la violencia no es eficaz es harto más relevante que saber si se debe condenar o no a quienes se entregan a ella. El terrorismo no es eficaz”. Y es que, bajo mi punto de vista, lo que menos importa es si el terrorismo resulta o no eficaz. El terrorismo debe rechazarse porque, por encima de todo, no es ético.
En conclusión, se comulgue o no con todo lo que Hessel expone, ¡Indignaos! resulta de lectura imprescindible. Lo terrible es que un mensaje tan simple como el que propone –mirad a vuestro alrededor e indignaos ante aquello que no os parezca justo- resulte casi revolucionario en estos tiempos de abulía que nos toca vivir.

mayo 25, 2011

Fred Vargas LA TERCERA VIRGEN

"(…) -Dese bastante prisa en volver, teniente, el gato no está muy bien.
- Es porque me fui sin avisar. Pásemelo.
Adamsberg se arrodilló y pegó el móvil al oído del gato. Había conocido a un pastor que telefoneaba a su oveja veterana para mantener su equilibrio psicológico y, desde entonces, ese tipo de cosas había dejado de sorprenderlo. Incluso recordaba el nombre de la oveja, George Sand."

Policías que hablan de Emmanuel Kant mientras toman un café, citan párrafos enteros de Guy de Maupassant o disfrutan con códices renacentistas; agentes entrenadas para dormir de pie como troncos y animales con poderes insospechados capaces de motivar delirantes persecuciones; paisanos influidos por su zona de origen de tal modo que más que convecinos parecen miembros de una oscura secta; hombres que hablan con la tierra a través de sus manos. En definitiva, personajes histriónicos, exagerados e inverosímiles que en “La tercera Virgen alcanzan su máxima expresión de la mano de un tipo que solo habla en verso, ya citando estrofas de Racine, ya glosando sus propios ripios cuando la situación lo exige. Eso sí, buscando no traicionar el estilo del autor galo.

Entenderán que este es un libro que defraudará a los amantes de la novela negra más tradicional y aun más a quienes valoran aspectos como la credibilidad o la cotidianeidad de los personajes en un libro.  Lo que parece claro es que Frederique Audouin-Rouzeau –a nadie debe extrañar que con semejante nombre decidiera acortarlo por el más aséptico de Fred Vargas-   no piensa encasillarse en los estereotipos de la novela negra y apunta más alto en sus pretensiones literarias. Otra cosa es que lo logre.

Y es que en el fiel de mi balanza loas y críticas se equilibran. Reconozco que la propuesta de Vargas es tan arriesgada como meritoria. Tiene a favor su capacidad para crear un rico imaginario al que además sabe imprimirle un sello muy personal. Y ser original, en los tiempos que corren, merece cuando menos un reconocimiento. Por contra, la mezcla de tantos elementos en una misma narración llega a hacer la lectura farragosa por momentos , convirtiendo la historia en una amalgama de géneros difícil de digerir.

La tercera virgen es un libro que conviene leer aunque sólo sea para formarse una opinión sobre la autora.  Si recelan,  sepan que  las ventas están dando la razón a Vargas.